• Instituto Sonorense de Cultura

  • 01 (662) 212 6570 y 01 (662) 212 6572
  • direccion@isc.gob.mx

Kassandra: La incomunicación y la violencia


Cassandra es un personaje emanado de las tragedias griegas: Una especie de sacerdotisa del dios Apolo que se rebeló, un oráculo capaz de ver el futuro que, sin embargo, nadie tomaba en serio. Hija de los reyes de Troya y figura periférica de la epopeya homérica, Cassandra es un personaje que sirve para reflexionar acerca de tantas cosas, quizás la principal, las violencias silenciadas.

La penúltima noche de la Muestra Estatal de Teatro 2022 fue el escenario para presenciar “Kassandra”. Una obra del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, la dirección de Hilda Valencia y la actuación de Aram Quijada. Kassandra es un monólogo divertido y crudo que dentro de esas explosiones de comedia, delata una profunda crítica a las violencias hacia las mujeres, las personas transgénero y no binarias.

Lo primero que debemos comprender de Kassandra es que no habla español. Habla un inglés quebrado, casi ‘pocho’ pero lo suficientemente básico para que todos lo entiendan. Esa selección idiomática marca su carácter posmoderno: Kassandra se sitúa a sí misma en un plano de tiempo ambiguo, donde coinciden con Héctor de Troya -su gran amor- París, Agamenón, Ulises-Odiseo-, Helena, Clitemnestra-esposa de Agamenón y asesina de Kassandra- Eurípiedes pero también en las visicitudes de la vida moderna. La historia de la Kassandra de Sergio Blanco -y justo es decirlo, de una notable puesta en escena de Hilda Valencia- es una historia cruenta, trágica (finalmente griega) que desmitifica y resignifica. Kassandra es una mujer trans. Y a partir de ese momento se pone de relieve su lugar en el mundo: incomprendida, negada, rechazada y utilizada.

Nuestra Kassandra lleva implícito el mismo destino que la Cassandra original: Es capaz de ver el futuro, profetizar, pero es ninguneada, cosificada y violentada. Después de la guerra de Troya, donde pierde a su gran amor-Hector- a manos de Aquiles, es secuestrada y convertida en una especie de amante y prostituta por Agamenón. Kassandra emprende su viaje por Europa, como dama de compañía. Su mirada y su relata son de una mujer inocente que sólo quiere amar libremente, pero el mundo es un lugar frío e insensible.

Kassandra se mueve por todo el escenario. Una interpretación cargada de pasión y furia, de una sabiduría empírica. La llaman loca, pero sus palabras denotan una sapiencia indómita. Ella solo quiere amar y vivir. Su testimonio nace desde la marginalidad de sus situaciones, la violencia que la ha atravesada desde su infancia: el no reconocerse ni identificarse con su cuerpo, el ser objeto del deseo y fruto de la negación, de vivir arrojada a un mundo -sin importar la época- que está obcecado con negarle lo más preciado que tiene el ser humano: su identidad. Y aún así, querer seguir viviendo.