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Mujer, en cuatro actos


¿Qué significa ser mujer en el noroeste mexicano? ¿Qué experiencias, barreras, problemáticas existen de forma sistémica y también anecdóticas? Estas preguntas son la premisa de MVeintidós, de Carlos Corral y las propias creadoras escénicas Tania Alday, Edylin Zatarain, Sol Portillo y Mariana Varela.

 

MVeintidós es una obra de viñetas, un retrato coral de la realidad de la mujer en el noroeste mexicano. Carlos Corral viajó a cada una de las ciudades de las artistas para co-crear las obras, el objetivo es traducir esas realidades a un lenguaje dancístico, llevarlo a escena.

 

“MVeintidós” está cargado de simbolismos. Con una iluminación tenúes que le da más peso a las sombras que a las luces, aparecen las 4 artistas, ataviadas en vestidos improvisados-¿bolsas, acaso?- negros. Todas llevan pintadas las pantorrillas de rojo, como sangre quemada que funciona como una metáfora potente y lacerante de las violencias de un país que se ha deshumanizado ante las agresiones a las mujeres. La primera escena es de una gran fuerza expresiva y una epopeya. El cuerpo femenino de Edylin, en un camisón verde de satín, da una sensación onírica. La música mueve y acompaña, una percusión simula latidos de corazón. Al final de la escena, se suelta el vestido, vemos su espalda totalmente desnudo, testamento de su lucha.

Tocó el turno de Sol Portillo. Viste un vestido rojo. En las muñecas lleva unas telas, pueden ser esposas. La música mantiene un coherencia temática, al primer beat de la primera escena le sigue un violín lento, desgarrador. Los movimientos de Sol son intensos, se mueve por los portales de luces y sombras. Es la narrativa y el lenguaje del cuerpo femenino. Nos cuenta su realidad, la necesidad de ser escuchada.

 

La tercera escena es distinta: la sonorense Tania Alday entra en escena con una bicicleta. Hay una inocencia palpable. Es una obra de una nostalgia que remite a la inocencia, a la añoranza de la infancia.A lo que el escritor español Francisco Umbral llamaba como la época dorada del ser humano. El movimiento de Alday resume eso: los movimientos de su cuerpo, sus gesticulaciones, su coreografía nos evoca a nuestra niñez, a esos pasajes donde constatamos, quizás, la trágica condición de la felicidad: sólo es retrospectiva. El cuarto acto es para Mariana Varela. Vestida de negro, la música vuelve a tener el compás de las percusiones. Sus movimientos son más sobrios, más duros, vemos los músculos de su cuerpo y el dominio corporal que tiene sobre ellos. Hay una escena extra. Las 4 artistas se ponen en fila, se sincronizan, como extensiones de un mismo cuerpo. Es la representación de la experiencia femenina, el lenguaje común que todas ellas tienen, sin importar el entorno donde residen. La sororidad. Se funden en un abrazo sanador. Fin.