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Cuerpos

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Con la charla del compositor Mario Lavista iniciaron las jornadas del programa Letras y cuerpos

Existe la idea absurda de que uno se va a morir de hambre estudiando música

Carlos Sánchez

Con la presencia del compositor musical Mario Lavista, el cual conversó con María Elena Matadamas y posteriormente con espectadores, inició la V Semana de Letras y cuerpos, organizada por la compañía de danza contemporánea Antares, que ofrece al público conferencias, coreografías, obras de teatro, charlas y exposición fotográfica.

La jornada inició este lunes 20 de octubre en el Museo de Arte de Sonora, Musas, y concluirá el domingo 26. Esta V Semana de actividades tiene el objetivo de propiciar la interacción entre creadores y espectadores.

Mario Lavista reseñó su inicio en la música, el cual se dio en la infancia, posteriormente contó la encrucijada que le resultó arribar al Conservatorio Nacional de Música y cómo fue su periplo para poder acceder a esta prestigiada institución.

“Comencé a estudiar música a los ocho años, tuve la inmensa fortuna de que en la escuela primaria donde estudiaba había una maestra que daba clases de música, recuerdo en los recreos haber estado fascinado viéndola tocar mientras los niños descansaban. Ella le pidió a mi familia que me dieran clases de piano, y yo estaba muy contento de poder estudiar música, además esto coincide con que mi familia es una familia de melómanos, entonces a mi hermana y a mí nos llevaban de niños a la ópera, pero antes de ir nos explicaban de qué se trataba la ópera, eran momentos maravillosos para mí y para mi hermana.

“Nosotros crecimos en un ambiente de música clásica, mi abuelo tocaba el piano, tuve un tío que fue un gran compositor de música para cine. Yo recuerdo todavía hasta hoy la primera clase de música con la maestra, me pareció absolutamente milagroso que algo que yo oía podía anotarse, me enseñó lo que era un pentagrama, lo que era la clave de sol, la clave de fa, me pareció totalmente fascinante, nunca más dejé la música aunque en algún momento mi familia me presionó para que estudiara otra carrera, porque existe la idea absurda de que uno se va a morir de hambre estudiando música, yo no sé por qué, uno se puede morir de hambre en este país estudiando abogacía, también.

“Tuve la fortuna de estudiar con esta maestra hasta los quince o dieciséis años, y de entrar en contacto con Carlos Chávez. El contacto con Chávez fue muy curioso porque yo traté de entrar al conservatorio de música, el director que era pianista no me aceptó, me dijo que era yo muy grande, no quise explicarle que yo estudiaba música desde los ocho años.

“Por alguna razón el maestro, Joaquín Amparano no me aceptó, no me escuchó tocar el piano, y recuerdo ese día como uno de los más tristes de mi vida. Saliendo de esa entrevista hablé con mi amiga Rosa Covarrubias, esposa del gran animador Enrique Covarrubias. Le platiqué mi desgracia, me dijo ‘no te preocupes, yo tengo una gran relación con Carlos Chávez’, porque Miguel Covarrubias era colaborador de Chávez cuando éste fue director de Bellas Artes.

“Hicimos una cita en casa de Chávez, y a diferencia de Amparano, Carlos fue muy generoso y me recomendó qué hacer, me dijo: ‘tal vez sea mejor que no lo hayan aceptado en el Conservatorio, usted lo que tiene que hacer es estudiar con maestros materias fundamentales para ser buen músico’. Me recomendó ciertas gentes, hice lo que él me dijo, y en esos estudios de teoría musical me di cuenta que me interesaba mucho más otro aspecto de la música que era la intención de temas que por fuerza hace uno cuando estudia armonías, contrapunto.

“Poco a poco el tema del piano no desapareció pero en realidad ya no me interesaba ser pianista, sino ser quien hace la composición, y después de algunos años de estudiar de manera particular, solicité entrar al taller de composición de Carlos Chávez que tenía  precisamente en el Conservatorio, hice mi examen de admisión, pasé el examen y el director era el mismo, Joaquín Amparano, quien ya no podía decirme nada porque se tenía que brincar a Carlos Chávez y eso era muy difícil, no solo por razones musicales sino hasta por razones políticas”.

En su charla exposición, y ya en interacción con los espectadores, Mario Lavista empapó del gozo y la pasión que significa la música en su vida.

Por la noche, en el Café Galería Casa Madrid, se inauguró la exposición fotográfica de Edith Reyes, recuento de la historia coreográfica del grupo Antares.