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Ojusson ofrece un concierto fuera de serie


El Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura de Sonora está lleno. Hay un silencio nocturno expectante, como si la espera fuera una especie de fenómeno temporal. En el escenario vemos a unos jóvenes, algunos vistiendo bufandas de Hogwarts, otros con sombreros de Toad, sombreros de piratas u otro motivo de alguna serie.

Entra la concertino, Mely Meza. Los aplausos no se hacen esperar. Un sonido rompe el silencio expectante. Entra Omar Nava, director de la Orquesta Juvenil Sinfónica de Sonora (Ojusson). La pantalla se pone en negro y la música empieza a sonar. ¿Qué mejor manera de arrancar un concierto dedicado a películas, series y videojuegos que el tema principal de Star Wars? Pocos productos culturales han tenido el impacto mediático en la cultura popular que la epopeya espacial. Vemos a Darth Vader, a Luke Skywalker, las batallas de las aeronaves en ese vacío oscuro del espacio. La música de los jóvenes nos va transportando hacia allá.

Le sigue la canción de “Los picapiedra”. Un pequeño detalle lleno de nostalgia que atraviesa a todo el público sin importar su edad. La caricatura creada por los estudios de Hannah Barbera marcaron generaciones de jóvenes. Hay una regresión, casi irracional, en los acordes que tocan los jóvenes músicos de la Ojusson: de pronto estamos ahí, todos y cada uno de los espectadores, un sábado a las 7 de la mañana, enfrente del televisor. Quizá los papás sigan dormidos, quizás están preparando el desayuno. Pero nosotros vemos a los dinosaurios y a esa sociedad premoderna teniendo aventuras. En ese mismo tenor, comienza una de las canciones más icónicas de la infancia, una canción eternamente enlazada con la comedia: La pantera rosa. Epítome del slapstick, del humor silente, de las risas donde las palabras no son necesarias. La pantera rosa es un híbrido entre Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd. Símbolo del cine mudo que trascendió la época del color y el sonido. Ejemplo perfecto de que la música puede ser el mejor narrador -un segundo ejemplo es el propio concierto de ayer-,

Sigue un mix de Hary Potter. El fenómeno popular de la época posmoderna. La obra de J. K. Rowling excedió toda expectativa y como Star Wars se ha convertido en la puerta de entrada a la fantasía para las nuevas generaciones. La Ojusson entiende ese reto. Podemos ver al público más joven emocionarse, sintiendo que juegan al Quidditch o que se enfrentan al que no debe ser nombrado.

La juventud, solía decir Andrés Caicedo, escritor colombiano, que basó su obra en una fuerte narrativa antiadulta, es la época de mayor gozo. La juventud más que una etapa, es un impulso, señalaba Caicedo. Eso lo vemos con la música emanada de la Ojusson, jóvenes talentos emergentes que se van empapando del espíritu musical de sus instrumentos, que más que instrumentos, van mutando en apéndices de su propio cuerpo.

Es hora de “Married life”, una de las canciones más bellas y -también- desoladoras en el universo Pixar. Canción por antonomasia del amor, canción de la película Up que va construyéndose a partir de la memoria, de la felicidad y de nuestro inevitable destino: el final. Después sigue otra epopeya, ésta más lúdica, los Piratas del Caribe, obra titánica y tiránica.

Es tiempo para los videojuegos. ¿Y qué mejor que una canción clave de una de las sagas más complejas de la historia de los videojuegos: Final Fantasy? “Waltz for the moon” de Final Fantasy VIII nos lleva de la mano de Square Lionheart, su protagonista, a un viaje tan enredado como bello, a viajar en el tiempo, a encontrarse con una bruja, a seguir jugando ese papel en la eterna lucha del bien contra el mal. El programa se empeña en seguir con las complejidades y revisita al otro gran titán de la industria cinematográfica infantil: Gibli estudios con Howls moving castle. Otra de esas películas que hieren y marcan nuestra memoria. Sutil y preciosa, melancólica y nostálgica, humana, tan humana. Cierra el concierto, bellísimo y frenético, con Mario Bros y Game of Thrones.

Son los músicos de la OJUSSON, perteneciente al Instituto Sonorense de Cultura, talentos sonorenses.