Un hada marina apareció ayer en el Palacio Municipal de Álamos en la tercera noche de gala del Festival Alfonso Ortiz Tirado. Un hada eslava, “Rusalka”, parte de la mitología checa; un hada que habita los distintos brazos acuáticos del Danubio. Teofrasto Paracelso, médico y alquimista suizo de la edad media-de quien se dice que logró la transmutación del plomo al oro- era un ferviente convencido de la existencia de las rusalka.
Siglos después, podemos aventurar una sospecha de confirmación a las creencias de Paracelso: Rusalka habita en las voces privilegiadas y educadas, en este caso, de la soprano Leticia de Altamirano, que acompañada del maestro Rogelio Riojas-Nolasco, inició el concurso con “Canción a la luna”, de la ópera “Rusalka” de Antonin Dvorak, quizás, una de las obras operísticas más bellas en la historia del canto. Enraizada en esos tintes expresionistas, el folclore checo y ese amor puro de la hada que quiere amar al humano, la voz bella de Leticia hace que la luna voltee y se acerque.
Es turno del joven tenor nayarita Olymar Salinas, debutante en el Festival Alfonso Ortiz Tirado, y una de las grandes promesas del canto mexicano. “Fausto” de Charles Gounod. Ha llegado la gran ópera romántica francesa. El Fausto de Gounod -inspirado, evidentemente en la obra cumbre de Goethe- en su época no tuvo la mejor de las respuestas del público, sin embargo, como pasa con las grandes obras, es el tiempo el juez que tiene la última palabra: una obra bellísima y compleja.
Y es que el programa de “Gala Operístico” viene marcado por un equilibrio complejo: del bel canto con obras de Donizetti a la ópera romántica francesa-con el Fausto y Romeo y Julieta de Gounod-. Es aquí donde vemos la química que existe entre la soprano Leticia de Altamirano y el tenor Olymar Salinas, guiados por el maestro Riojas-Nolasco, viejo conocido del Festival Alfonso Ortiz Tirado. Si el piano del maestro es la guía, la relación de las voces de los cantantes y la simbiosis teatral entre ellos la que hace las delicias del público cautivo.
La segunda parte del concierto es un toque de zarzuela, ópera mexicana y la canción mexicana. De María Grever a Daniel Catán, de la zarzuela “La dolorosa” a “El gato montés”. Sentimos, nos emocionamos. Hay una metáfora presente en el escenario: la trayectoria del pasado del maestro Riojas-Nolasco, tótem de la escena musical; el presente de la soprano Leticia de Altamirano, y el futuro del tenor Olymar Salinas. Metáfora del tiempo y del talento.