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Veleidad


Si en la música es el silencio el que funge como una especie de antimateria que da sentido, armonía y sincronía; en la danza es la pausa, el no-movimiento el que permite dotar de belleza lo que estamos viendo. “Veleidad” de la compañía Margarita Danza Aqui arranca así: 5 figuras en total quietud, como estatuas en el centro del Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura, en la penúltima noche del Festival Un Desierto Para la Danza.

Cinco figuras ataviadas en un ropajes muy específicos pero con un denominador común: el erotismo como bandera. Poco a poco se comienzan a mover. “Veleidad” es una obra bellísima que se construye a través de una reflexión sobre el deseo, sus imposibilidades y transgresiones. Los cinco danzantes van poco a poco teniendo su propio espacio, solos dancísticos que nos permite indagar en ellos. Es una coreografía creada desde el ‘volupté’. Como ocurre en “Impropio ser alienante”, la obra anterior de David Barrón, cada uno de los personajes en el escenario parecen encarnar un arquetipo, aunque en “Veleidad” parecen ser heterónimos de un mismo autor: el deseo y la carnalidad. El cuerpo de cada uno de ellos se convierte en una especie de lienzo llenos de frustraciones, imposibilidades, opresiones pero también liberaciones.

Hay una resistencia melancólica en sus movimientos. El erotismo, escribía Bataille en sus ensayos, es una fuerza creadora de la cual la humanidad ha ido prescindiendo y con ello, el alejamiento a esa interioridad del cuerpo. Lo carnal va ligado con lo dionísiaco pero también con lo trágico.

La música nos va llevando por esos estados de los personajes de Margarita Danza Aquí: el deseo oprimido del cuerpo de Claudia Landavazo, la pasión incombustible y la seducción animal en el cuerpo de Perla López, la contención emocional de David Barrón, la melancolía hiriente de Ramsés Carranco o la vitalidad de Miguel Pro.

Veleidad” es una reivindicación de la seducción y el deseo. Del “ser erótico” del que hablaba Bataille y que encuentra su libertad en el movimiento de una coreografía tan bella como disruptiva.