El escritor francés Georges Perec solía ir a los cafés del centro de Marsella-su ciudad natal- a escuchar conversaciones ajenas. Un ejercicio de cierto vouyersimo auditivo, de metiche inocente pero que le servía a él para darle rienda suelta a su inabarcable creatividad como escritor. Este método es palpable en toda su obra, en específico en su obra cima “Vida instrucciones de uso”, donde relata la vida de todos los inquilinos que vivieron en un edificio parisino.
Algo así, en una escala mínima, podríamos hacer en la Feria del Libro Sonora 2022. Si uno se queda en medio de los stands que habitan la Casa de la Cultura, irremediablemente irán agolpándose los murmullos y las conversaciones en torno a la literatura.
“Mira, Ale, este libro es el que nos dejó leer el profe de español en la prepa ¿te acuerdas? Era el que trataba del perro diabólico” mientras hojeaba un libro con el nombre de Stephen King en la portada. Su amiga tomó lentamente otro libro, “La historia interminable”, mientras volteaba para ver la contraportada y paseaba su vista de forma silenciosa.
En el stand de libros de viejo está un señor ya mayor. Lleva boina y unos lentes con notoria graduación. Se le ve contento mientras se inclina para ver mejor los títulos que están apilados. “¿No tendrá el último de Ibargüengoitia?”, pregunta a Alejandro, el librero, quien con un acento marcadamente sureño, señala hacia el fondo del stand “Traigo el de “Dos crímenes” y “Relámpagos de agosto”, mi buen”.
Dentro de la Casa de la Cultura, en la presentación del programa “Leesciviértete” van llegando los niños de la Escuela Primaria Emiliano Zapata. Son el grupo de tercer grado. Se mueven como una pequeña marabunta, todos al unísono. Los ponentes empiezan a contar su experiencia en el taller y cómo el escribir le sirvió como forma de encontrarse a sí mismos.
“Qué curados los monitos”, dice un pequeño que hojea un libro en la Biblioteca Barolomé Delgado León, mientras el otro niño le arrebata el libro para ver los dibujos. En medio de la Casa de la Cultura está una escritora con su mochila y dos acompañantes. “La idea de que nos podamos contar, decía Baricco, es el acto de resistencia más grande que tenemos”.
El otoño trae consigo noches más largas. Bajo la penumbra de las luces de ocaso, hay dos jóvenes en el stand de la librería Hypatia. Manosean libros y murmullan algo. Pagan y abrazan su compra como si fuera un hijo.
“Extraño a Raquel”, se escucha en la Galería Kino. Hay lleno total para ver la presentación de “Mujeres indígenas, emisarias de Dios y del hombre. Significaciones imaginario- sociales en torno a las mujeres cahitas del noroeste de México”, de Raquel Padilla.
Así termina un día más en la Feria del Libro Sonora 2022.
