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Arranca Letras y Cuerpos con la actriz Luisa Huertas


Letras y Cuerpos 2022 ha iniciado. Y lo hizo por todo lo alto con la charla entre la destacada actriz Luisa Huertas y la periodista cultural Rosario Manzanos en el Auditorio del Museo de Arte de Sonora (MUSAS).

Hermosillo, Sonora; a 7 de noviembre de 2022.- El hilo conductor de Letras y Cuerpos 2022, en su novena edición, es la trayectoria de largo aliento. Personas de destacadísima trayectoria que nos hacen un recorrido no sólo de su carrera, sino de qué es lo que los ha atravesado, sus evoluciones, sus reinvenciones, sus caídas. Luisa Huertas, galardonada intérprete tanto en teatro como en cine, es el perfecto ejemplo de la sabiduría y la experiencia.

Con 53 años de carrera profesional, Luisa desprende una chispa indeleble. A sus 71 años tiene una energía incombustible, una memoria prodigiosa y un humor que va entre la inocencia y lo ácido. Egresada de la Escuela de Arte Teatral del INBA y del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, Luisa recordó su infancia, sus inicios; nos llevó al laberíntico entramado de su memoria y nos llevó de la mano por cada uno de sus papeles.

Le tocó vivir el ’68 desde el punto de vista estudiantil: A esa voracidad juvenil que buscaba cambiar el estado (o Estado) de las cosas, se contraponía la virulenta respuesta conservadora de las fuerzas de la autoridad bañadas en la paranoia de la retórica anticomunista.

“A los estudiantes nos metieron en dos ‘julias’ (que eran camionetas que sólo tenían una pequeña ventanita, a todos nos metieron ahí, incluido al director, el maestro Soler”, relata Luisa. Hija de padre español y madre mexicana, Luisa tenía muy claro que el arte es el camino y el alimento del alma, el verdadero motor de la transformación, por eso aboga por una educación artística gratuita y de calidad.

Los 53 años de carrera profesional de Luisa le dan un cuerpo teórico privilegiado. Del método de Stanislavsky (del que Luisa señala como el gran referente, una especie de padre omnisciente de todas las corrientes) a Grotowski, de Meisner a Meyerhold, de Artaud a Strasberg. Es en ese panorama metódico donde se construye la técnica, piedra fundacional del quehacer actoral.

Dentro de los lugares comunes que se hablan de la actuación, quizá el más extendido es el que dice que el actor debe recordar vivencias propias para poder aflorar los sentimientos y las emociones, las reacciones y las respuestas. Sin embargo, para Luisa Huertas el camino es otro. Las vivencias deben construirse desde la comprensión del lenguaje y del personaje que se está encarnando.

“Se habla mucho de las vivencias, se cree que los y las actrices debemos tomar vivencias propias, pero cuando ya empezamos a crear ficción, no podemos traer emociones propias, sino que deben ser las emociones del personaje, creer que trayendo vivencias propias son puñetas mentales. La actuación es autoconocimiento, entrando en ficción, Grotowski lo definía como trance. Cuando estudiaba con Luis de Tavira, me decía “qué rico todo lo que me estoy ahorrando en psicoterapia”, porque ensayábamos y vivíamos al límite, y cuando estábamos en el punto álgido, Luis de Tavira se ponía a aplaudirnos para que saliéramos de ese trance. Es muy peligroso la actuación porque te lleva a lugares muy difíciles. Respirábamos y recuperábamos”, señala Luisa Huertas.

El actor es intérprete. Pero también es creador. Es una reivindicación que hace Luisa y también Letras y Cuerpos. Todo comienza con el silencio, dice la actriz en un tono serio, ajeno a la dicharachería del resto de la plática. El principio básico de todo actor es el escuchar. Escuchar cómo crecen las plantas, escuchar y comprender, de ahí la importancia de estudiar el verso.

Las máscaras de Artaud vienen a la mente cuando uno escucha a Luisa Huertas. El pesado camino que emprenden en cada papel, que puede ser desde interpretar algún personaje atormentado y aventado al abismo de la existencia que propone Ibsen, a la mujer hipercatólica de “El crimen del padre Amaro”. Como en aquella película de “Cold Souls”, donde Paul Giamatti se interpretaba a sí mismo ensayando para su papel del “Tío Vanya” de Chéjov y como el alma de todos los personajes que alguna vez interpretó se van materializando y humanizando, borrando los límites de su propia persona.

Así termina la primera charla de Letras y Cuerpos 2022. Con el impulso de querer saber más.