Es el siglo 21. La diversidad sexual de las personas debe ser respetada. Pero la realidad es tozuda y aún quedan grupos que se niegan a aceptar lo más básico de los derechos humanos. Por eso Variopinta Fest es tan importante: Un recordatorio para seguir luchando por esos derechos.
En la Cineteca de la Comisión Fílmica de Sonora se llevó a cabo una doble sesión con cortometrajes que ponen los acentos en temas que siguen siendo de mucha polémica: las Ecosigs y la identidad de género y población trans.
“Para: Sarah”, el primer cortometraje que se proyectó en la Cineteca, dirigido por la activista Érika Salinas, es una obra dura de ver: a la extraordinaria fotografía se le suma una historia de amor incompleta por esos constructos sociales empujados por el sector conservador que creen que la homosexualidad es algo antinatural. En menos de 15 minutos, el público se ve imbuido por la tortura que pasan las personas que son objeto de las terapias de conversión, prácticas cuasi medievales que no deberían tener cabida en el mundo actual. El cortometraje es cine-denuncia, un género que ha ido en crecimiento en México y que ya tiene un impacto en la realidad: su búsqueda es que las Ecosig sean ilegales en todo el territorio nacional.
El segundo cortometrajes es “Darío”, un documental de Rocío Rg y que sigue a un hombre trans, el primer joven que logró que se le reconociera como hombre en la Universidad de Sonora en 2017. Se trata de una obra sincera y honesta, donde conocemos a profundidad a Darío: Cómo fue su proceso, sus motivaciones y su lucha.
