• Instituto Sonorense de Cultura

  • 01 (662) 212 6570 y 01 (662) 212 6572
  • direccion@isc.gob.mx

El renacer de la humanidad


El Festival Internacional Un Desierto Para la Danza ha vuelto. Su edicón 29 ha regresado para mostrarnos que el camino es seguir bailando. Uroboros Escena, de Ciudad de México, presentó su obra “20:21”, un recorrido por el tiempo pandémico que puso de cabeza a la humanidad.

Ir a ver una obra de danza contemporánea es romper y subvertir la lógica de la industria ideológica que advirtió Thomas Adorno y Horkheimer. Es decir, ante la avalancha de obras-producto culturales de fórmula, las propuestas de danza que se presentarán en UDPD son única, retadoras, que obligan al espectador a establecer un diálogo con lo que ve, pero también consigo mismo.

El inicio de UDPD se dio con “20:21” de Uroboros Escena, ganadora del Premio Nacional de Danza “Guillermo Arriaga”, y que propone un recorrido sensorial, profundamente emotivo pero también esperanzador, por ese paréntesis temporal que significó la pandemia (2020-2021), donde tuvimos que confinarnos ante la pandemia provocada del Covid-19.

“20:21” es un ejercicio multidisciplinar dirigido e interpretado por Yansi Méndez, Luis Galaviz y Luis Ortega (quien lamentablemente no pudo estar presente por una lesión sufrida días antes en el temblor de la Ciudad de México). La obra, ajustada en tres actos, nos regala escenas de una pericia inigualable, una demostración de hasta donde llega el cuerpo y en cómo se convierte en una herramienta narrativa de una furia y belleza inigualable.

Luis Galaviz abre la obra. Ataviado con ropa negra, holgada, convierte sus movimientos- nerviosos, asfixiantes, de una velocidad brutal que parece que alguien está apretando el botón de ‘fast forward’- en expresiones del estado mental de la humanidad en el confinamiento. Le acompaña un elegante manejo de luces y sombras y una música que sirve como narrador omnisciente (un trabajo espectacular de Isay Ramírez), que logra una diegética (la comunión de la música con lo escénico) perfecta. Al sonido eléctrico, rupturista, asinfónico, se le suma la interpretación corporal de Galaviz. Sentimos ese aire claustrofóbico en el cuerpo de Luis. Fuimos nosotros.

El segundo acto es para Yansi Méndez. Ataviada con ropas de color claro y sobre dos muletas, la artista nos ofrece un tour de force. La exuberancia física donde los brazos no requieren a las piernas bosquejan una realidad hiriente. Es la enfermedad, sus consecuencias, ese ejercicio morboso que nos acercó, más que nunca a nuestra mortalidad. A la mortalidad de nuestros seres queridos en la pandemia. La música empieza a cambiar, a ser más armoniosa y melódica. Se escucha una voz, dulce y tierna. Es de una mujer. “Nos vemos lanzados al mundo de las situaciones que no comprendemos del todo”. La danzante queda en cuclillas. El movimiento ha cesado. Está convirtiendo a las muletas en otra cosa. En una especie de plataformas para sus piernas-hasta ese momento, lejanas al protagonismo-. Es la capacidad del ser humano de crear.

El tercer acto abre con un cuadrado iluminado. Dentro de ese cuadrado, están los dos artistas. Sus rostros son de incertidumbre. El cuadro empieza a subir, a flotar y ellos quedan libres. A movimientos tímidos y temerosos, le empiezan a suceder movimientos más libres, coreografiados. Ambos empiezan a tener una libertad, ya no existen ataduras. Movimientos salvajes, animalísticos, los dos corriendo en cuatro patas, los dos entrelazándose con movimientos de una violencia coordinada. Se ha apoderado del escenario el Eros, que convive con lo violento y la sensualidad. Se abrazan, se tiran, se entrelazan. Figuras geométricas de carne y hueso que narran la añoranza del contacto físico durante ese confinamiento impuesto. Los cuerpos, primer vehículo de socialización, se encuentran y se expresan.

  1. “Es abrazo, es compañía, vulnerabilidad. Es una pieza que dialoga con muchas otras disciplinas, la música, la teatralidad, los cuerpos, es muy sensible dialogando con lo que se vivió en el 2020 y 2021. La obra es tan compleja y al mismo tiempo sencilla”, relata Yansi.

Así terminó el primer día de Un Desierto Para la Danza: Con la explosión de emociones de volvernos a encontrar.