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Nudo mixteca: la resistencia del cuerpo


La película que inaugura la 71 Muestra de Cine Internacional en Cineteca es un poderoso retrato de la realidad.

Hermosillo, Sonora a 14 de junio de 2022.- El día de ayer se inició la 71 Muestra Internacional de Cine en la Cineteca Sonora. La primera película de la nutrida cartelera -del 13 al 26 de junio- fue la multipremiada “Nudo mixteca”, de la directora Ángeles Cruz.
Nudo mixteca, geográficamente, es una zona montañosa de la mixteca alta de Oaxaca, bosque de pinos y encinas que conviven con dunas llenas de espinos. Nudo mixteca, es también un encuentro intrincado de historias que habitan la región y que con el correr del metraje se van desenmarañando para mostrarnos una realidad dura y aciaga, la de una comunidad compleja, llena de matices.
La estructura del filme hace recordar a “Historias cruzadas” de Altman; una película coral de historias que se van sumando una a una hacia lo que Ángeles Cruz quiere retratar. El mérito de “Nudo mixteca” no reside tanto en cómo lo cuenta, sino con la frescura con la que cuenta esas historias. Históricamente, en el cine mexicano, los retratos de las comunidades indígenas van de la caricaturización más horrenda a una romantización grotesca; un péndulo narrativo que orbita en la ignorancia y en la apropiación cultural. Sin embargo, el lente y la visión de la directora debutante se aleja de ello: Retrata con pericia etnográfica a la comunidad de San Mateo, expone con sensibilidad temas de suma urgencia: La homofobia, el machismo, estructuras patriarcales, migración, la desintegración de la familia, el paso de la modernidad-nocivo-, pero también el sentido comunitario de esas poblaciones. Ese retrato sólo puede venir de un ojo que conozca la comunidad desde adentro-como es el caso de Ángeles-, que permita tener la posibilidad de autorepresentarla, ajena a los clichés de la industria cinematográfica nacional, o a los discursos anacrónicos o extractivistas que a menudo rondan.
Los personajes de “Nudo mixteca” se sienten vivos: María que regresa de la ciudad para despedir la muerte de su madre. Exiliada por su propia familia, se reencuentra con Piedad, su amor de infancia. La diversidad sexual vista aún como tabú por su propia familia. En el cortejo funerario-siempre la música como hilo conductor, un poco como lo hace Emir Kusturica en sus películas de la cultura balcánica-, empieza la otra historia, la de Chabela y Esteban. Esteban es el marido que se va al norte a trabajar para poder proveer a su familia. Chabela es la esposa abnegada, que, como una Penélope mixteca, tiene que esperar el arribo de su marido. Pero aquí se subvierte ese anacronismo. El viaje de Esteban dura más de tres años, sin apenas comunicación con su supuesta amada, Chabela decide juntarse con otro hombre. La decisión de quien tiene la razón pasa por la Asamblea del pueblo-un mecanismo democrático y comunitario- quien toma una decisión salomónica. Finalmente, la tercera historia es la más cruda. Toña vuelve de Ciudad de México por su hija, con la sospecha que su tío ha abusado de su hija como lo hizo con ella en su infancia. Ahí, se enfrenta a la complicidad de su propia madre y a ese entramado tradicionalista-y tóxico- de que la familia está por encima de todo.
Nido mixteco, es, antes que todo, un filme eminentemente feminista: los relatos cargados de matices, de amor y violencia, de resistencia y rebeldía, de enfrentamiento con estructuras ancestrales-patriarcales, heteronormadas-, y donde ponen en el centro a mujeres que defienden su primer territorio: su cuerpo.