Hermosillo, Sonora a 14 de junio de 2022.- ¿Qué pasaría si pudiéramos imaginar una conversación entre un clarinete y un saxofón? Quizás puestos en la penumbra de un escenario, previo a un concierto, sus respectivos músicos los dejaría solos. Y ¿qué se dirían? García Márquez, en su obra cumbre Cien años de soledad, escribía: “Las cosas tienen alma, sólo es cuestión de despertarle el ánima”. Ayer, en el Teatro Emiliana de Zubeldía de la Universidad de Sonora, se llevó a cabo el recital para Clarinete y Saxofón. Ahí, diversos intérpretes de estos instrumentos dialogantes y parloteros, animaron una calurosa noche de verano.
César Encina inició el concierto con “Studio primo per clarinetto”, de G. Donizetti, una obra que representa una serie de exámenes técnicos a sus intérpretes y que demandan una pericia técnica muy alta. Siguió Erick López con Fantasías de R. Schumman, un periplo melancólico, hermoso y templado con su saxofón; acompañado del maestro Emmanuel Sabás, un pianista de grandiosa trayectoria y radicado en Sonora. Israel Aragón tomó el estrado para tocar las piezas de Rabaud y Rossini, la música fluye en todo el auditorio, el aire se consume y sigue su camino.
Llegó el turno de Héctor Noriega quien deslumbró con su pericia musical y de Roberto Benítez, el maestro cubano mexicano, radicado en Ciudad de México que encantó al público con su saxofón.
El clarinete y el saxofón, envueltos en un diálogo histórico y que encandiló la noche hermosillense en el V Festival de Clarinete y Saxofón.
