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Sonora ecléctico y de vanguardia


He visto pasar las aves: pulsos radiantes
contra la bóveda vespertina —un cielo de ocres,
una seda inmensa, desgarrada por los impactos
de un oleaje morado, celeste, en vuelo sobre la ciudad
y sobre la aspereza de los rostros. He visto las alas
y los picos; creí verlos con un lente de aumento,
con una mirada amplificadora, metida por milagro
dentro de la diamantina formación en V. Los antiguos leían
una letra Delta en el escuadrón prodigioso
en camino al mundo austral. He visto un secreto: no lo entendí.

 

Quien no conoce Sonora, bien podría pensar en aquellos estereotipos que señalan que somos desierto, carne
asada y beisbol. Para sacarlo de ese error, podríamos llevarlo a recorrer las calles de Guanajuato y que
experimentara, sensorial e intelectualmente, la cultura de vanguardia que existe en la entidad sonorense.
El programa del jueves de Sonora en el marco del Festival Internacional Cervantino es un recorrido de
avanzada, de vanguardia, de propuestas rupturistas y subversivas. Desde el concierto del pianista Emmanuel
Sabás, un músico que es capaz de hacernos preguntar por los límites biológicos de las manos, pasando por los
cantos tradicionales de los cucapá y los tohono od'ham, pueblos originarios del territorio que hoy comprende
Sonora y que encierran un enigma milenario.
Podríamos, sin embargo, ir más allá. Ir al Teatro Cervantes y sentarnos a experimentar Fisuras, de La lágrima
teatro. Para nadie es sorpresa si decimos que la danza contemporánea de Sonora es la punta de lanza a nivel
nacional y latinoamericano. La Lágrima, creada hace más de 20 años, es un ícono dentro de la icónica escena
dancística. Y lo es por su propuesta y ejecución, por su capacidad incesante de subvertir el arte y al propio
público. Fisuras es una obra donde confluyen, como una especie de aleph, montones de influencias. La
primigenia, según su coreógrafa y directora AdrianaCastaños, los poemas de David Huerta. Sirva esta
presentación como un homenaje, un elegía, a la memoria del poeta mexicano hijo de otro titán de las letras
mexicanas como lo fue Efraín Huerta. Fisuras es una obra complejísima desde su concepción: ideada con una
metodología matemática, además de un árbol genealógico de referencias que van de la música de Alberto
Cruzprieto a Gunther Gerzso-aquí hacemos hincapié en su adherencia a la generación de la ruptura en las
artes plásticas mexicanas-.
Finalmente, al final de la noche, en Los pastitos, podemos ir a escuhar-y ver- a Sugich, una de las propuestas
pop más interesantes en la actualidad del mainstream mexicano. Sugich, con su pop inclasificale- elementos del
synthwave, del dreampop, del industrial-| va tejiendo atmósferas que toman y envuelvan al público cervantino.
Es la vanguardia, el eclecticismo y la versatilidad de los artistas sonorenses.