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Celebra Casa de la Cultura de Sonora 43 Aniversario


43 años es una vida. Si además atendemos a la
naturaleza de la cumpleañera −Casa de la Cultura de Sonora− encontraremos que en la sumatoria
no son sólo 43 años de vida. Son X cantidad de años, porque cada persona, desde 1980, que ha
pasado por algún taller, alguna actividad, algún concierto, alguna clase, alguna presentación o
exposición pictórica, ha dejado algo de ella en este recinto, y la Casa de la Cultura ha dejado algo
en esa persona. Entonces, hablamos de una amalgama de vidas. Por ello, el 43 Aniversario se
llenó de festejos que van en consonancia con esas vivencias, con esas historias, con ese peso.
Arrancó con un conversatorio tan bello como lleno de pasión, de furia, de dignidad. Musas y
revoltosas es un conversatorio y exposición fotográfica que gravitó alrededor del papel de la mujer
en el movimiento del ’68. Estuvo presente Ignacia Rodríguez, sobreviviente de aquel fatídico día, 2
de octubre. Encarcelada injustamente por el gobierno represor de Díaz Ordaz, Ignacia (“La nacha”
como ella misma se dice) contó ese periplo infernal de su paso por Lecumberri y la cárcel San
Martha de Acatlita. La deshumanización y alienación que sufrió, el estigma social, la
revictimización; tan sólo por salir a protestar y luchar por los derechos humanos. Su voz se torna
en una especie de embrujo y se siente su lucha por la dignidad, por la defensa de esos derechos
humanos. Ni un ápice de aquellos principios se han movido 55 años después. El estado, el
sistema, no ha podido romper la dignidad de Ignacia. Alrededor suyo y del panel compuesto por
Silvia Núñez, Celeste Taddei, Rosa María O’ Leary y Elizabeth Cejudo −todas ellas feministas y
símbolos de esas luchas− hay fotografías de gran tamaño que encierran esas imágenes previas y
posteriores del movimiento y de la noche trágica-la verdadera noche triste-.
Al terminar el conversatorio, en la Plaza central de Casa de la Cultura, ocurre una intervención, o
un happening o un flashmob. Se trata de Antares Danza Contemporánea que toman por sorpresa
a las personas que ya están formándose para entrar al concierto de la Orquesta Juvenil Sinfónica
de Sonora. Fiel a su estilo y a esa exuberancia física mezclada con una cuidada propuesta
conceptual, Antares nos lleva a esa estética de la década de los 50’s-60’s: la música, los trajes,
sus movimientos. Todo es un deleite sensorial.
Finalmente, el concierto de la Ojusson y Alejandro Karo. La presentación de su obra MARK
(Anagrama de su nombre). Es un concierto melancólico, vibrante. Su música, emparentada con el
minimalismo, va construyendo una atmósfera bellísima.