El arranque de la segunda temporada orquestal ha iniciado. Lo hace desde la belleza que sólo la Orquesta Filarmónica de Sonora puede hacer: un programa que empata a los dos grandes genios de la música clásica: Mozart y Beethoven. Lo hará también bajo la batuta del director invitado José Eduardo Alarcón Núñez.
Egresado de la Universidad de Colima, José Eduardo está afinando detalles del ensayo con el concertino de la Orquesta, Vilen Gabrielyan, quien será solista con la pieza Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 61. El director, joven y pasional cuando está al mando, contrasta su imagen más tímida cuando está en entrevista.
“Es un concierto muy complejo, muy pesado, por eso los ensayos son tan demandantes. Ya he tenido la oportunidad de estar con la Orquesta Filarmónica de Sonora y de estar en esta tierra, siempre es una experiencia maravillosa”, señala el director invitado.
Como todo músico, parece comprender el mundo a través de la sonoridad, a través de esa arquitectura auditiva que es, finalmente, el lenguaje universal. Si hace unos meses estuvo la directora invitada argentina Laura Cmet, quien señaló que su estilo venía heredado de esa rígidez de la escuela alemana, José Eduardo ha forjado su propio estilo de dirección.
“Las noches del concierto entro en una especie de trance, donde ya no siento mucho, sólo estoy concentrado en la música”, señala Alarcón Núñez.
José Eduardo construyó un artículo publicado en una revista indexada de España. Su artículo versa sobre el poema sinfónico del gran compositor alemán Richard Strauss acerca de Till Eleunspigel; una figura mítica del fólclor germano que se caracteriza por su irreverencia, por su sentido del humor, por su habilidad verbal y que bordea con lo que hoy conoceríamos, en nuestro lenguaje posmoderno, como “Troll”.
José Eduardo construyó su trabajo en torno a las exploraciones sonoras hechas por Strauss y mezcló la estructura auditiva con las referencias literarias de la construcción de un personaje que va de lo cómico a lo trágico.
