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Mujeres, tango y una clausura


Hermosillo, Sonora; a 23 de junio de 2023.- Si el silencio nos convoca, hay que resistir. La noche del jueves la Orquesta Filarmónica de Sonora, dirigida por el maestro Héctor Acosta, tuvo su cierre de temporada. No fue cualquier cierre, fue una clausura tan bella como trepidante y que tuvo como gran invitada a la directora de orquesta Laura Cmet. Proveniente de Córdoba, Argentina, Laura Cmet dirigió un concierto lleno de matices, de reflexiones que se hacen desde el espíritu de los músicos; el espíritu de los instrumentos orquestales.
Arranca el concierto con Obertura en do mayor de la música y compositora Fanny Hensel Mendelssohn. La obertura es de las pocas piezas orquestales que escribió. La música inscrita en ese romanticismo tardío va desenvolviéndose en elípticas musicales. Fanny, hermana del también compositor Félix Mendelssohn, sufrió en carne viva los vaivenes horribles del machismo, de ese patriarcado que aún hoy existe: desde joven fue una intérprete de piano destacada, pero su vida estuvo sometida a los prejuicios sociales. Pese a una obra musical riquísima, su carrera fue limitada. La historiadora musical Marian Wilson Kimber escribió “The supression of Fanny Mendelssonh”, donde indaga en la relación de la compositora con su hermana, su matrimonio con el pintor Hansel y las trabas (familiares, sociales) que sufrió hasta su muerte a los 42 años.
La siguiente pieza es el interludio “La Nuit et l’Amour” de Augusta Holmes. La noche y el amor. Una ráfaga dulce, sensible se apodera del Teatro de la Ciudad de la Casa de la Cultura. El auditorio parece no respirar. Augusta Holmes, otra de las historias más relevantes de la música por ese entramado subterráneo que nos obliga a reflexionarnos. Parisina pero hija de padres irlandeses. Desde pequeña fue considerada un prodigio musical. Y sin embargo: el pesado velo de su época. Holmes optó por usar un seudónimo masculino: Hermann Zeuta, con el que empezó a firmar sus obras. Ese fenómeno que ocurrió con Sor Juana Inés de la Cruz, con Mary Shelley, con Mary Ann Evans, con Charlotte Bronte. Crear un autor masculino ficticio para lograr el reconocimiento que por talento merecían. Las crudas estructuras de un patriarcado siempre tenebroso e injusto.
Estas dos obras, de Fanny Mendelssohn y Augusta Holmes funcionan como preludios a lo que viene. Sí, pero también como piedras fundacionales. Pioneras de lo que vamos a vivir. La maestra Lucía Cmet va al micrófono para presentar la siguiente parte del concierto: tres obras que están tejidas bajo un signo similar: construidas por compositoras mujeres de excepcional talento. Dos mujeres hechas desde el Sur global, desde ese alter-mundo que es Latinoamérica. Tres piezas que son brutalmente honestas y bellas, llenas de matices, de sentires, de identidades y de historias.
Festivalera de Noelia Escarzo, compositora argentina-cordobesa, igual que la directora Laura Cmet- y que su música ha visitado y habitado ya los grandes escenarios del mundo. Festivalera es, antes que nada, una pieza portentosa que engloba y encapsula el espíritu argentino. En sus pasajes podemos ver ese proceso sincrético de nuestra nación hermana: está ese misticismo de los gauchos, elementos porteños, el glamour de Buenos Aires, es un pequeño Aleph argentino. La construcción de la gestualidad de Laura Cmet va dictando el tiempo. Podemos percibir sus inicios en la escuela alemana de dirección: la precisión exquisita y casi maquinal de la batuta y el movimiento. Y sin embargo, hay algo más: Está su alma, el alma latinoamericana en sus gestos: la pasión envolvente de la libertad.
Las dos obras que le siguen son especiales esta noche. Son dos piezas de autoría de Nubia Jaime Don Juan, compositora y violenchelista de la Orquesta Filarmónica de Sonora. Una mujer con un talento tan puro que incluso cuando habla parece que lo hace con metrónomo. Opat Kajlin es una pieza de una belleza desértica. Escuchamos la representación del cascabeleo, quizás tenabaris que sirven como un ente atmosférico que nos traslada a otro espacio-tiempo. Le sigue la titánica Danza mestiza. Las palabras se convierten en adornos prescindibles a la hora de describirla. Es una de esas sensaciones extrañas donde uno piensa como Wittgenstein: nuestro idioma tiene profundas limitantes para describir a la realidad material que nos rodea.
Llega la hora del clarinete. Luis Miguel Balseca da un paso al frente. Si el periodista Michell Sagell escribió una biografía del saxofón, Juan Vercher Grau escribió “El clarinete y su entorno en la historia” donde describe su historia y su evolución como una especie de laberinto sonora donde el clarinete va tomando protagonismo.
Pausa.
La segunda parte del concierto va ligado a la música argentina. De vasta tradición histórica, la Orquesta Filarmónica de Sonora bajo la tutela de la directora Laura Cmet nos introduce a los recovecos de la historia musical argentina. Y en este punto, es inevitable no detenernos en un músico que trascendió todo camino imaginado: Astor Piazzolla. Rupturista, vanguardista, díscolo, genio. Su música es una ensoñación acústica, un universo al que no sabíamos que se podía acceder. Suena Adiós Nonino, Fuga y misterio y Libertango. Tres piezas que podrían funcionar para vertebrar una radiografía del propio Piazolla. Si ese pasional libertad del tango y bandoneón de Astor eran parte de su sello, las interpretaciones que hace la Orquesta de ellas, son sensacionales: si bien conservan la esencia y el alma de las piezas originales, la arquitectura sonora de la Orquesta reclaman un sentido único. Reclaman su propia identidad.
Y se hace el silencio. Y resistimos a ese silencio con una ola que parece infinita de aplausos. Ha sido el cierre de temporada de la Orquesta Filarmónica de Sonora.