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Bosque y memoria: Fábula al centro de la psique


La cuarta noche del Festival Un Desierto Para la Danza 2023 corrió a cargo de la compañía veracruzana Pulso y su obra “Bosque movimiento desde lo irreversible”.

Hermosillo, Sonora; a 24 de abril de 2023.- El público empieza a subir al escenario. Lo hacen de forma ordenada pero con cierta ansiedad por la incertidumbre de qué es lo que vamos a hacer. Una voz femenina da una breve introducción al mismo tiempo que nos cuestiona:

“¿De qué estamos hechos?
Estamos hechos de pedazos de cuentos de hadas y monstruos, de herencias jodidas e historias fantásticas, de la memoria fragmentada por el paso del tiempo, de lo que siempre quisimos ser y nunca seremos, de lo que apenas podemos cargar con nuestras frágiles y cansadas manos y que terminamos arrastrando al final de un largo camino acompañados por su majestad el tiempo”.

Ya en el escenario vemos que sí, estamos en un bosque. Una escenificación bellísima, con cuatro estaciones, los árboles sin hojas, la paja y la arena nos rodean. Tomamos lugar y vemos la primera estación. Una mujer se mueve con espasmos, frenéticamente, escuchamos el ruido incesante de canicas rebotando por el espacio. Es la niña que contiene la sabiduría del mundo. Es la infancia.

Pronto nos damos cuenta: estamos en un espacio ajeno a la rigidez formal de la realidad. Estamos en un bosque onírico, en un espacio que hace las veces del inconsciente. Hemos perforado en la psique humana. La siguiente estación nos espera Janice Platt, bailarina sonorense. Ataviada con unos pants deportivos, nos muestra su exuberancia física: su cuerpo se contorsiona como si fuera un ser invertebrado. No hay respiro. Nos movemos y seguimos a un ser sin rostro que carga una vela y está vestido con ramas y una cabeza de venado que flota por encima de todos.

Seguimos moviéndonos por ese bosque del inconsciente, de la memoria fragmentada. Ahora vemos a una mujer con una falda de mil ojos, atada con listones rojos a un dispositivo extraño que contiene herramientas metálicas. A cada movimiento de ella, suena esa música improvisada, ese ruido que sólo acentúa la extrañeza del bosque. La cuarta estación nos espera una mujer con 3 cabezas. Es la única que habla y que relata, obsesivamente, su búsqueda por un pedazo de tela, mientras las dos cabezas de los lados parecen dialogar e indagar sobre un arrepentimiento lacerante.

Somos habitantes de ese bosque ajeno a toda lógica, somos viajeros y exploradores del interior de la mente humana. La de todos. Cada escena, más allá de su representación temporal, son fragmentos de memoria. “Bosque movimiento desde lo irreversible” ahonda en la idea de la memoria, de la complejidad de la naturaleza humana y nuestra experiencia en este mundo. Como decía Lacan, la memoria es fragmentaria y se convierte en una estructura de la ficción: Reinterpreta nuestro pasado, no siempre de forma fehaciente a la realidad y crea un nuevo relato. Aquí estamos todos, explorando cada una de esas escenas. Con nuestras luces y nuestras sombras. La memoria y el viaje a la psique que hemos emprendido de la mano de la compañia Pulso, parece, en principio, ser específica pero pronto nos damos cuenta que hay una memoria histórica y colectiva de la que todos somos parte.

En la escena final, la figura sin rostro, que bien podría ser un recordatorio mórbido de nuestra propia mortalidad -lo que Heidegger machaconamente escribía sobre el ser-en-el mundo y nuestra conciencia de la muerte- vemos a las 4 danzantes ir despojando de sus ropajes a ese personaje sin rostro. Después, como si fuera un ejercicio colectivo, lo apedrean-todos, incluido el público-. Ese rito liberador y catártico del desprendimiento.

La obra de Mijail Rojas y las interpretaciones de Janice Platt, Erika, Erika Suárez, Noelia Rojas, Tania Hernández y Juan Meza no deja a nadie indiferente. Nos han inmerso en un universo de sueños y pesadillas, en un mundo donde la memoria, el inconsciente, el olvida, la muerte y la vida nos obligan a repensarnos.