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Dirty dances o el experimentar la imperfección


 

Todo empieza con una bailarina (Nadia Rodríguez) en un video granulado. Repite, obsesivamente, un movimiento de danza. El brazo sube y gira, la mano se mantiene en una posición y vuelta a empezar. La acompaña una mezcla de música hermosa que se destiende en el tiempo. La bailarina es Nadia Rodríguez. Vuelve a repetir el movimiento mientras la cámara hace zoom, se mueve, caótica; y se centra en un pequeño gesto, el de la muñeca apenas girando. Está la primera pista para encontrar al autor: Benito González, de Quiatora Monorriel.

 

“Dirty dances” se presentó el día de ayer en la Cineteca Sonora. Es un mural de 7 video-danzas, inclasificables, experimentales, intuitivas y contraintuitivas. Asistimos a un laberinto experimental, a un discurso estético que nos obliga a prestar atención. Benito González, nos presenta su trabajo de más de una década, explorando las fronteras y los límites de la danza, no sólo desde la concepción-abstracta- y la ejecución-física- sino desde las posibilidades que brinda lo multimedia. Si hablar de danza contemporánea ya nos exige un enfoque complejo, hablar de “Dirty dances” pone a volar nuestra imaginación.

 

Hay que hablar de ese proceso dialéctico de la creación de “Dirty dances”: A la creación desde cero de una coreografía (como puede ser “La danza de las Cabezas” que se presentó en UDPD 2018) se contrapone el trabajar con material reciclado, con el found footage, con grabaciones hechas para otro propósito, Al ejercicio comunitario y colectivo de la coreografía tradicional le antagoniza el ejercicio de la creación individual. Al trato humano y el proceso dialógico se le cruza el diálogo con una computadora y un editor de video. Benito González, coreógrafo de vanguardia ha virado, para este proyecto, de paradigma.

 

Lo que vemos en pantalla son 7 propuestas enmarcadas bajo la virtud de la imperfección, no en vano su influencia más marcada es el cineasta lituano-americano Jonas Mekas, padre del cine independiente, underground y experimental, que abogaba por un cine menos perfecto pero más libre. Después de Mekas, cineastas como Jarmusch, Kaurismaki, Sorín, Raoul Ruíz o Reittman han construido un cine de lo imperfecto, del vacío como algo contracultural, desprovisto de la tensión dramática y del conflicto que promueve el occidentalcentrismo.

 

Así que aquí estamos, observando las piezas de Benito González: que van del terror expresionista que representa a Nosferatu en sus Zombie dances Part. 2 y Part. 5 a un futurismo que se presenta en Estrobo 1. De un costumbrismo desviado que vemos en Terrazas.

 

Es el DIY (Do It Yourself) como corriente y potencia creadora. Baudrillard en su extensísimo estudio de la imagen señalaba el regimen de la simulación, la superación de la realidad y la metástasis que ha hecho la saturación de la imagen en las sociedades de consumo, a las que cínicamente, pertenecemos.