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La revolución del amor

En el consciente colectivo de la humanidad, parecería que el amor apenas ha sufrido cambios. Generalmente se reduce a una síntesis apenas modificable: el amor como una especie de ideal romántico. Sin embargo, el día de ayer, en la Sala de Arte del Instituto Sonorense de Cultura, Manuel Llanes, doctor en filología hispánica, Rebeca Martínez, presidenta del Colegio Sonorense de Académicos de la Lengua y Literatura (Cosalyl) y Jesús Gutiérrez Códova, maestro en Literatura Hispanoamericana, ofrecieron una charla tan erudita como amena acerca de la evolución -filosófica, histórica, ontológica y epistemológica- acerca de la idea del amor.
¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? La historia de la humanidad y las expresiones que hemos hecho de la idea del amor son casi infinitas y muchas están ancladas a su tiempo, al zeitgeist, al espíritu de la época. Pero trasciende. Aún podemos leer los versos homéricos y entender la pasión ciega de París por Helena, comprender el amor con locura de Petrarca por Beatriz, el amor suicida-o cuasi-suicida- de Romeo y Julieta; la voluntad kamikaze del joven Werther por el desamor de la mujer de la que está enamorado. El amor como una especie de altar de los mártires. Pero por qué.
Podríamos escuchar al maestro Llanes teorizar acerca de cómo Diotima, filósofa griega sometida a las sombras de los tiempos, corrigió la genealogía del amor de Sócrates, el culto a Eros. Podríamos enmarcarnos en la llegada de las religiones monoteístas-concretamente el judeocristianismo- y comprender los resortes históricos y ahistóricos que mueven esa idea, que finalmente es motor mismo de nuestra historia.
Podríamos, también, comprender la concepción de ese amor líquido, propuesto y explicado por Zygmunt Bauman, ya insertos en esta posmodernidad, donde los lazos erosionados de las relaciones sociales han transmutado en algo paradójico.
Lo cierto es que el amor siempre es tema toral. Terminó la noche con lectura de poesía, la voz de Mara Romero retumba, sus versos vuelan como elípticas. Iván Camarena desentraña el verso y Karen Martínez ofrece su propia visión.
El amor.