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Ionesco en Hermosillo: Teatro del absurdo o realidad exasperada


Una escenografía en perfecta simetría recibe al público. 4 rectángulos encierran 4 escaleras-de 3 escalones cada una-. En tres de esas escaleras hay macetas con flores. El público toma su asiento en el Foro Bellas Artes de la Universidad de Sonora. Ya desde la escenografía-cargada de vanguardia- se levanta la sospecha de qué vamos a ver.

Entran las primeras notas musicales: Es el piano del maestro Héctor Acosta, director de la Orquesta Filarmónica de Sonora, que nos va guiando por el ambiente de la obra. Entran dos personajes, ambos vestidos de forma similar: Pantalones cortos de vestir, una boina, bigotes falsos. Parecen personajes salidos de la época de cine mudo: sucedáneos de Chaplin, de Keaton, de los hermanos Marx. Cada uno en su rectángulo, dando vueltas, parloteando, discutiendo y peleando verbalmente el uno con el otro sin salirse de los márgenes. Debates bizantinos, llenos de repetición de palabras, de insultos sacados de otra época, esos tiernos eufemismos de antes. No se sabe cuál es el problema por el que pelean, ni falta hace saberlo. Es un constante ida y vuelta de dagas verbales.

Estamos ante “Cuidado con las macetas”, de Eugéne Ionesco, uno de los padres del teatro del absurdo. Una obra breve, ligera y divertida en sus formas, pero más crítica y satírica en el fondo. Se suma un tercer personaje. En teoría, como mediador. Poco dura el gusto. Otra vez encerrados en ese remolino de flechas verbales, de dimes y diretes. Cada uno confinado a su espacio dentro del rectángulo. “Cuidado con las macetas”, gritan los tres caballeros-representados por tres actrices-. El impass parece no tener fin-no tuvo principio ¿por qué tendría fin?-, cuando aparece el cuarto personaje: Una mujer vestida en un elegante y glamouroso traje rosa. Los tres caballeros, todos ellos, de repente empiezan a cortejarla. Ya no existe el problema por el que originalmente peleaban. Ahora es otro: saber quién es el novio de la dama. La necedad como punto de partida, la incomunicación, la terquedad, la propia naturaleza humana se describe en la obra de Ionesco, y que con la dirección de Marcos González y las grandes actuaciones de Camila Da Costa, Perla Mijares, Daniela Green y Laisha Centeno, se convirtió en una obra de sonrisas sostenidas.

“Cuidado con las macetas” se escribió en un contexto muy específico: La época de posguerra, donde la miseria humana alcanzó su cima. El teatro del absurdo nos conduce a situaciones hiperbolizadas, sin aparente sentido, con una marcada influencia existencialista, pero sin embargo, en esas disparatadas situaciones, se oculta una realidad tan dura y tan fiel que no es posible evadirla. Si consideramos a los caballeros como anacronismos-por su vestimenta, por su lenguaje, por su comportamiento- deberíamos comprender que esas murallas de la incomunicación siguen existiendo. El teatro del absurdo, que luego renovaría semánticamente el dramaturgo Eduardo Pavlovsky como “Realismo exasperado”, nos confronta con nosotros mismos.

Cuidado con las macetas se seguirá presentando esta semana en el Foro Bellas Artes de la Universidad de Sonora.