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*Orquesta Filarmónica de Sonora y un concierto lleno de historias*


La noche del jueves, el Centro de las Artes recibió a la Orquesta Filarmónica de Sonora (OFS) del Instituto Sonorense de Cultura(ISC). Un concierto intimista, académico, bellamente ejecutado por la agrupación a cargo del maestro Héctor Acosta.
La primera parte fue el Concierto en Sol mayor para oboe y fagot, de Antonio Vivaldi. Los intérpretes de ambos instrumentos, Edson Calderón (oboe) y Francisco Moreno Sabás (fagot) deslumbraron con su pericia interpretativa. No es sencillo interpretar las obras de un titán de la música barroca como lo es Vivaldi. Y sin embargo, la Filarmónica de Sonora lo hizo con una sutileza irredenta: El auditorio se convirtió en un espacio fuera del tiempo para escuchar cada nota que se interpretaba. No es ningún secreto que cada concierto de la OFS lleva implícito un pequeño retazo de la historia universal de la música: El fagot, en el período barroco, se encontraba a menudo relegado a un papel de acompañante, en contraposición con el protagonismo de otros de sus hermanos de familia musical. Con Vivaldi, el uso del fagot cambia, como lo registra en su obra “La música instrumental de Vivaldi”, el académico Césare Fortanoni. No sólo es el protagónico, es la combinación con otros instrumentos, en este caso el oboe. La música viajaba en elípticas frágiles que acarician el escucha.
La segunda parte del concierto: La Sinfonía No. 5 de F. Shubert, obra clásica que empieza a estilarse ante un romanticismo iniciático. La ejecución de la OFS nos trasladó a esa época decimonónica, la de los grandes relatos, las reuniones fastuosas y nos obliga a responder aquella pregunta que alguna vez hizo el escritor Thomas Bernhardt-a través de Glenn Gould en su obra “El malogrado”-: ¿vale la pena buscar algo más hermoso el silencio? La respuesta estuvo ayer en el concierto de la OFS: Sí.