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DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURAS POPULARES INDÍGENAS Y URBANAS

BREVE RESEÑA HISTÓRICA
La creación, en la década de los setenta, de la Dirección General de Arte Popular dentro de la Subsecretaría de Cultura Popular y Educación Extraescolar, perteneciente a la Secretaría de Educación Pública, cuya dirección se encargó a Alberto Beltrán, marca el antecedente de la actual Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas. La Dirección General de Arte Popular surge como el primer reconocimiento institucional del Estado a las culturas populares en atención a los movimientos reivindicativos del arte y la cultura popular de fines de los sesenta y de la década de los setenta. Sus actividades se concentraban fundamentalmente en el estudio, divulgación, coordinación y promoción de las expresiones del arte popular entre las que destaca el primer proyecto piloto dedicado al estudio de las tradiciones populares realizado en el estado de Tlaxcala.
El 27 de febrero de 1978, como resultado de la iniciativa de Rodolfo Stavenhagen, es creada la Dirección General de Culturas Populares adscrita a la SEP con el propósito de impulsar una política cultural que procurara el fortalecimiento de los procesos y expresiones de las culturas populares como parte sustantiva de la cultura nacional. Para ello, bajo la dirección de Rodolfo Stavenhagen, su primer titular, en los primeros años de su creación se emprendieron esfuerzos para la promoción, el estudio y la conservación de las expresiones de la cultura popular y la difusión de las culturas indígenas. Este nuevo proyecto de atención a los grupos populares tuvo como línea principal el dinamizar las potencialidades de la cultura popular a partir del ejercicio de sus recursos, cultura, el desarrollo endógeno y el control de su patrimonio.
A partir de estas bases, durante los años 80, se pone en práctica la Quíntuple Recuperación Cultural desde una perspectiva integral, metodología propuesta por Leonel Durán, en la que la participación de pueblos, comunidades y promotores indígena fue la piedra fundamental para abordar la recuperación de la cultura popular desde los ámbitos de la palabra, la memoria, el conocimiento, el espacio y la identidad cultural. Con él se inician proyectos emblemáticos como el de la vainilla en Tuxtepec, Oaxaca y Papantla, Veracruz.
No puede dejar de mencionarse la creación en 1980 del Centro de Información y Documentación “Alberto Beltrán”, CID, cuyo fondo documental gira en torno de las culturas tradicionales y populares de México, y la creación del Museo Nacional de Culturas Populares, fundado el 24 de septiembre de 1982 por Guillermo Bonfil Batalla, que conforma un paradigma institucional para impulsar la difusión de las culturas populares al ser concebido como un museo vivo en el que, con la participación de los creadores tradicionales y populares, se promueve el talento e iniciativas de los sectores populares e indígenas del territorio nacional.
Durante el periodo 1985-1989, la propuesta de trabajo de Martha Turok se llevó a cabo mediante un fuerte acercamiento con técnicos bilingües conocedores de la cultura indígena; estos técnicos se convirtieron más adelante en promotores culturales bilingües que conformaron las plantillas de personal de las primeras Unidades Regionales de Culturas Populares (establecidas en Acayucan y Papantla en el estado de Veracruz, en Michoacán, Yucatán y Oaxaca). El trabajo realizado desde una perspectiva integral se amplía, así como también el perfil de la población sujeto de acción institucional, pues ya no solo se atiende a lo considerado meramente indígena sino también a lo rural y urbano. Con Turok además de dar continuidad a líneas de trabajo anteriores (investigación, promoción, difusión y capacitación), se realizan diagnósticos socioculturales, proyectos culturales integrales, se promueven centros comunitarios de cultura popular y Casas del Pueblo vinculadas a las Unidades Regionales. Se atiende de manera sistemática el campo del arte popular.
El 17 de diciembre de 1988, la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CONACULTA, señala otro momento histórico importante para la reorientación de la política cultural nacional. La Dirección General de Culturas Populares se integra a la nueva institución rectora de la política cultural del Estado mexicano. En ese nuevo contexto se reconoce la composición pluricultural del país y se hace hincapié en la participación comunitaria en la tarea cultural, en la descentralización de las actividades culturales y la diversificación de las fuentes de financiamiento, propuestas sustentadas en el pensamiento antropológico de Guillermo Bonfil Batalla, cuya gestión se fundamentó en las culturas populares como piedra medular del desarrollo cultural. Una de las aportaciones más significativas de este periodo lo constituye la creación en 1989, del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC), el cual, en cerca de tres décadas, se ha constituido en un magno Programa que desde entonces promueve la recuperación y el desarrollo de la cultura propia de las comunidades y estimula la participación local mediante el apoyo de sus iniciativas culturales. El PACMYC sirvió como diagnóstico para la creación de los Programas Nacionales, y sentó las bases para la formación de un sistema de planeación cultural.
Otro Programa emblemático se orienta al reconocimiento institucional de los aportes de la población afrodescendiente a la cultura nacional, que inició con la puesta en marcha del programa Nuestra Tercera Raíz, mientras que con el de Culturas Populares Urbanas se daba respuesta a la iniciativa de los jóvenes y de la población indígena que habitaban en barrios y unidades vecinales de las ciudades del país.
En los principios de la década de los años 90, durante la administración de Luis Garza Alejandro, continúan los programas ya posicionados dentro de la comunidad de la cultura popular, urbana e indígena, y se desarrollan otros proyectos y programas que atienden los derechos indígenas, la medicina tradicional, la memoria histórica y la literatura indígena. Luis Garza destinó recursos a un programa de capacitación para fortalecer las condiciones de planeación y gestión institucional.
Procuró hacer viable la metodología de Proyectos Culturales Integrales de Bonfil Batalla que estimulaba una mayor participación de las comunidades, creadores y portadores al mismo tiempo que eficientizaba los recursos en una visión de mayor uso e impacto social que administrativo y en un enfoque que abre la puerta al financiamiento de organizaciones que sentaría las bases de creación de nuevas unidades regionales e interactúa con las entidades donde no existían estas oficinas Se incrementa el trabajo con organizaciones comunitarias y se hace hincapié en la promoción y difusión de las culturas populares. También se refuerza el perfil profesional de los involucrados en las tareas de la cultura popular –promotores institucionales o externos, artesanos, artistas populares e indígenas— al formular el Programa de Formación para el Desarrollo de las Culturas Populares; en la difusión se propuso el Programa de Apoyo a la Formación de Animadores de las Culturas Populares.
Entre 1993-1995, durante la administración de José Manuel del Val Blanco, inició el proceso de descentralización de las Unidades Regionales y la creación de los programas nacionales, tales como el de Lenguas y Literatura Indígenas, el de Museos Comunitarios, el de Apoyo a las Bandas de Música de Viento y de Arte Popular. También se crea el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas que tuvo como fin promover y estimular la creatividad literaria de los escritores indígenas de México.
José N. Iturriaga, en el marco de la política de descentralización, continuó con la descentralización de las Unidades Regionales. Paralelo a la continuidad de los programas posicionados de administraciones que le precedieron, se crearon nuevos programas como el Programa Nacional de Gastronomía, el de Cultura Popular y Biodiversidad, Diálogos Culturales y el de Memoria Histórica y Vida Cotidiana, se impulsan las series de Mapas “La Diversidad Cultural de México”: Las lenguas indígenas de México, Arte Popular Mexicano y La Cocina Mexicana.
En la administración de 2000-2006, el impulso de la Presidencia de la República al desarrollo de los pueblos originarios motivó la creación de una oficina específica y la designación de representantes de dichos pueblos a los puestos del Instituto Nacional Indigenista y la Dirección General, que cambió sus nombre a Dirección General de Culturas Populares e Indígenas, a cargo de Griselda Galicia García. En este periodo, la Dirección General concluye con el proceso de descentralización y adquiere una nueva estructura de programas conformada en tres áreas: Programas de Iniciativa Social, de Iniciativa Institucional, y de Fortalecimiento Institucional.
Destaca también el impulso a la creación artesanal y popular, a través del Programa de Apoyo al Desarrollo Artesanal, las Escuelas Itinerantes de Diseño Artesanal, el Sistema de Inventarios del Arte Popular y la colección editorial “Geometrías de la Imaginación. Diseño e iconografía de México”, así como la Primera Feria de Arte Popular. En este contexto, el CONACULTA se integra al Comité del Premio Nacional de la Cerámica, siendo la Dirección General la encargada de dar seguimiento y aportar recursos para el premio.
En esa línea, se forma la Dirección de Cultura Indígena (ahora Dirección de Desarrollo Intercultural Bilingüe) y el Programa para el Desarrollo Integral de las Culturas de los Pueblos y Comunidades Indígenas (PRODICI), con el objetivo de contribuir al desarrollo de las culturas y las artes de los pueblos y comunidades indígenas. Además, se impulsaron los trabajos de la Campaña Nacional por la Diversidad Cultural de México y el seguimiento a la Convención para la por la entonces presidenta del CONACULTA. México forma parte del CRESPIAL desde 2012. Es importante destacar que en agosto de 2017 el Núcleo Focal de México, representado por la DGCPIU, con la asistencia de Jacinto Chacha Antele a las deliberaciones del nuevo periodo del CRESPIAL, éste, con la representación de México fue elegido de manera unánime para presidir el Consejo de Administración (CAD) que es la máxima autoridad política del CRESPIAL, se encarga de orientar las actividades del Centro, aprobando sus programas, planes de trabajo y presupuestos. El CAD lo integra un representante de cada gobierno, un representante de la sociedad civil de cada País Miembro, así como un representante del Director General de la UNESCO. El CAD se renueva cada dos años.
En la administración de Alejandra Frausto Guerrero, en 2013, se crea el programa México, Cultura para la Armonía, con el objetivo de recuperar la paz social y la confianza entre los habitantes del país, vulneradas por la violencia prevaleciente en varias regiones del país. Cultura para la Armonía, se caracteriza por conjuntar esfuerzos de diversas instituciones federales y locales, convocando la participación de la sociedad civil en zonas de alta vulnerabilidad, incluyendo a la población migrante. Asimismo, se inició la colaboración con el Premio de Literatura Indígena de América, PLIA, que reconoce y estimula los más destacado de las creaciones literarias de los escritores en lenguas indígenas.
En diciembre de 2015, el CONACULTA se transformó en la Secretaría de Cultura. La tarea prioritaria de su primer Secretario, Rafael Tovar y de Teresa, consistió en impulsar la reestructuración administrativa de la nueva Secretaría. Con ello, la Dirección General asumió el nombre de Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas. Ante el deceso de Rafael Tovar, con el inicio de 2017, es nombrada Secretaria, María Cristina García Cepeda, retomando el proceso de reestructuración de la institución. Se publica la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, el 19 de junio de 2017, donde se plantean las actuales líneas de política cultural en México.
A partir de marzo de 2017, Jacinto Chacha Antele se encuentra al frente de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, estableciendo el impulso de las siguientes líneas de política cultural: Diversidad cultural, en el que se incluyen la promoción y el apoyo a las manifestaciones culturales de los pueblos originarios, las culturas regionales, las minorías nacionales, la población afrodescendiente y las culturas urbanas, consideradas un crisol de culturas; La Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y el impulso a la Interculturalidad, a partir del fomento de las relaciones interculturales de los grupos y comunidades marginados, en zonas de riesgo y de conflicto, así como la promoción del mejoramiento del tejido social; el fomento del análisis y la discusión de los Derechos Colectivos, en foros organizados con el apoyo de la Cámara de Senadores, así como de los esquemas de descentralización y sus resultados. Se ha fortalecido la vinculación con las Unidades Regionales, la coordinación de acciones con las instancias estatales de cultura y la promoción y difusión del patrimonio cultural de 6 las regiones culturales, que se pondrá de manifiesto en el Encuentro Regiones, con la participación de representantes de las seis regiones culturales. El Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, PACMYC, tiene un nuevo impulso, además de la Convocatoria, retoma los Encuentros Regionales y un Encuentro Nacional en el 2018, con la presentación de productos y resultados de los proyectos financiados en todo el país, generando redes de comunicación entre
los beneficiados de proyectos culturales. Se impulsa la exposición sobre Juego y Juguetes en el Museo Nacional de Culturas Populares y se abre éste a los conceptos de Bonfil Batalla como un espacio vivo. Con ello se contribuye al mejoramiento de las condiciones de convivencia social de los segmentos vulnerables de población. Se imparte Sonidos de México Sonidos de la Tierra para generar un espacio de participación a creadores que no se atendían.
Finalmente, en el marco de la celebración de los 40 años de creación de la DGCPIU, se publicarán tres antologías: Las Músicas Tradicionales de México; Presente y Futuro de las Culturas Populares, Indígenas y Urbanas y Poesía Decimal.
Ciudad de México, febrero de 2018