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La memoria desechada: búsqueda de una identidad


La artista tijuanense, Yvonne Venegas vino al Museo de Arte de Sonora (MUSAS) a ofrecer una Masterclass, donde, ante un auditorio lleno, compartió y transmitió su experiencia, sus procesos creativos, sus pulsiones artísticas y, sobre todo, las preguntas que ella se hace a la hora de crear.

 

La fotografía es una herramienta para conocer espacios y personas, me lleva a ver las cosas y poner atención en el lugar donde estoy, conectar con otros y formular un lenguaje, también es una herramienta de búsqueda, la foto me da esa posibilidad, es una forma de estar en movimiento y siempre estamos en proceso de transformación.
Yvonne Venegas

 

Hermosillo, Sonora; a 26 de mayo de 2023.- Hay pocas ciudades en el mundo que engendran su propio misticismo, que, en sus tensiones dialécticas, sean capaces de formular manifestaciones artísticas y culturales tan vibrantes como contradictorias. En México, podríamos hablar de Ciudad de México, y, en particular, de Tijuana.

Tijuana es nudo y conflicto, es caos y belleza, es ausencia y presencia. Ser una ciudad fronteriza permite y da cabida a una cultura riquísima que se nutre del intercambio -económico, social, cultural, artístico- y de procesos híbridos que la dotan de una diversidad única. De ahí la increíble cantidad de artistas que han poblado México que han surgido de esa ciudad. Para comprender Tijuana y todos esos fenómenos que la construyen en lo que es, podríamos vivirla a través de las obras literarias. Podríamos imbuirnos en la nostalgia perenne de Federico Campbell, en la imaginación desbocada de Luis Humberto Crosthwaite, en la poderosa evocación metafórica de Francisco Morales; en la exploración transdisciplinar de Bibiana Padilla Maltos; aunque también podríamos regodearnos en ese pesimismo casi apocalíptico de Humberto Yépez. Tijuana funciona como un lienzo en blanco que se va habitando por las tensiones y el movimiento del que es producto.

Y, aun así, si quisiéramos profundizar nuestra mirada para comprender esa esencia transfronteriza, es obligado dejarnos invadir por la obra de la fotógrafa Yvonne Venegas (Tijuana, 1970). Explorar la obra artística de Yvonne es aventurarse a un mundo visual tan bello como complejo que abarca una cantidad infinita de matices: hija de la frontera, la arquitectura de su lenguaje, su composición, su propuesta estética y su discurso, discurre en las tensiones, en las contradicciones, en la constante rebeldía de no dejarse encapsular en una categoría. Sus imágenes tienen una capacidad de evocación muy particular y reflejan su voluntad artística: Yvonne es una cámara-cuerpo que hace recordar aquella frase inmortal de Nan Godin, fotógrafa icónica de la contracultura norteamericana: La cámara es un apéndice del cuerpo del fotógrafo.

“Es esencial el haber crecido en la frontera; fue lo que me hizo como persona, toda mi visualidad y búsqueda gira alrededor de una dualidad. Cuando yo descubrí un punto alrededor de lo que siempre ha rondado mi obra, ese momento entre el acierto y el error; es una ambigüedad que tiene que ver con la presencia en esos lugares, soy totalmente fronteriza, toda mi forma de ver, el cruzar de un lado a otro: de lo emotivo a lo intelectual, de lo práctico a lo conceptual, el cruzar fronteras de los géneros fotográficos, eso es lo que ha ido construyendo mi obra”, señala la artista.

Durante años, sus series han sido expuestas por toda la cartografía nacional e internacional. Pese a ello, Yvonne parece siempre regresar a sus recuerdos, a su familia, a su tierra. Desde su primera serie “Las novias más hermosas de Baja California” a “Notas desde la línea”.

Todo arte tiene algo de autobiográfico, reza un viejo axioma. Cada obra va creciéndose y desarrollando con el paso del tiempo, reza otro. En el caso de Yvonne, su primera serie “Las novias más hermosas de Baja California” sirven como un punto de partido que marca su evolución estilística, pero también, vista con la perspectiva de los años, encierra sus lazos con su familia, con su pasado, su génesis como persona y fotógrafa. Esa primera serie va ligada a su obra “Días Únicos”, donde hace un rescate del archivo que le legaron sus padres, y construye un panorama íntimo, conceptualmente nostálgico donde hace un repaso de aquellos momentos fotografiados por la cámara de su padre en las bodas de los 70’s y 80’s, y que supusieron un hito entre la clase media alta tijuanense.

 

“Yo crecí en un estudio fotográfico, esas fotos la tomaron mis papás, es muy importante para mí porque revisar su archivo, es una herencia en vida que me dieron, lo sigo revisando, es un proceso de vida. Imaginarme cuando era niña y mi papá desechaba esas imágenes, esa separación de memorias me daba curiosidad: ¿por qué esa foto no entraba en el álbum? Mis papás trajeron ese concepto de la fotografía en las bodas de los gringos, era un “Vamos a descubrir y relatar una boda a partir de 30 momentos”, momentos muy claves que expresan el ritual, en esa época apenas se estaba formando la clase media-alta, mi papá trajo una serie de innovación, la creación de álbum, cuando ellos pusieron su estudio, se volvió en una especie de bomba, se entrelazó con las costumbres de esa clase social, había un paralelo muy preciso entre mi serie “Las novias más hermosas de Baja California”, en ese momento yo estaba tratando de crear un estilo, vivía alrededor de esos momentos desechados, y fue una forma de honrar a mis papás, por el que existimos toda mi familia y regresar a esos momentos, mi mamá resultó ser una archivista muy nata, entonces es un proyecto que amo y muy cercano al corazón, reinterpretar este archivo, trabajar con archivo es mover energía, es como constelar, es un experimento lleno de energía”, relata Yvonne Venegas.

La fotografía como una memoria mecánica, automatizada, en contraparte a la memoria biológica que tiene algo de luciferina, de traviesa, pues es capaz de ficcionalizar nuestros recuerdos, retorcerlos. La obra de Yvonne, riquísima en detalles, siempre parte de sus preguntas y de una premisa: la evolución y la transformación. El tiempo no es estático. La vida no es quietud.

II.-  El lápiz de la naturaleza y la reinterpretación del male gaze

Laura Malvey, teórica del arte, escribió sobre la predominancia en el arte visual de la mirada masculina. Todo ser humano se reconoce a sí mismo a partir del otro. Pero ese otro, históricamente, en la representación y performatividad artística ha sido dominado por la mirada masculina o el “male gaze”.

Yvonne Venegas logró apropiarse y subvertir esta tendencia en su serie “El lápiz de la naturaleza”, una serie de retratos y autorretratos que juegan, reinterpretan y superan la mirada masculina. Para esto, encuentra en la performatividad de las poses-una herramienta masculina hacia el cuerpo femenino- su hilo conductor.

“Empezó como un juego que muy pronto se convirtió en una posibilidad; empecé la serie alrededor del #Metoo, en mis proyectos se cruzaron muchas vías: apropiarme de lo masculino, esta idea de reconsiderar qué camino había andado yo para mi forma de ver. Siempre fui acompañada por la figura masculina, por mi papá, mis maestros. Los primeros estudios de fotografía que tomé fueron a partir de los libros de fotografía de mi papá: Un curso de fotógrafos famosos por correspondencia y todos ellos eran hombres. Pero regreso en el tiempo: Entre 2014 y 2017 hice un proyecto de San Pedro Garza García y sobre el poder que se maneja ahí, y ves el libro, y la presencia masculina del poder no está o no tan predominantemente como se esperaría y me empecé a cuestionar ¿por qué no pude llegar a los objetivos que me puse? A partir de ahí revisé cómo he estado mirando hacia los otros, por qué me inclino más a lo femenino, qué diferencia hay entre hombre y mujer, me puse frente a la cámara, no nada más era considerar mi forma de ver sino cómo me ven los otros. Trabajo con muchas preguntas y con el paso del tiempo he descubierto que hubieron brillitos de posibilidad y respuestas”, señala entre risas Yvonne Venegas.

Susan Sontag, en su polémica pero brillante obra “Sobre la fotografía” señala que toda fotografía es apropiarse de lo fotografiado.

III.- Notas desde la línea: Haunted places

Fernando Pessoa, bajo el nombre de alguno de sus decenas de heterónimos, señalaba que viajar era perderse. Si siempre se sabe a dónde se va, entonces no se viaja. Hay algo ontológico en esa afirmación del poeta portugués. Viajar es perderse. Yvonne Venegas realizó una serie breve pero potentísima sobre Tijuana, su ciudad, bajo el yugo del tiempo pandémico. “Notas desde la línea”, una serie que surgió bajo la iniciativa de Ago Fotografía y con un objetivo más arquitectónico, pronto se convirtió en una bellísima reflexión sobre los espacios que habitamos. Ataviada con su Iphone, Yvonne regresó a su ciudad, a la Tijuana de otros años, y durante una semana recorrió aquellos lugares donde habita su infancia, sus recuerdos. El resultado de esa serie de gran vibración visual: lugares enclavados, erosionados por el paso del tiempo pero aún funcionales en la cartografía urbana.

El sociólogo francés Michel de Certeau probablemente los definiría como “Haunted places” o “Lugares embrujados”. De Certeau no se referiría a la presencia de fantasmas (al menos no en su concepción más esotérica), sino a que son espacios repletos de historias, energías, recuerdos, anhelos, violencias, amores, fracasos que se quedaron impregnados durante la cotidianidad. El ojo-cámara de Yvonne captura esas esencias y nos presenta un viaje-en el sentido que le da Pessoa- sin fin a esas vivencias.

“Yo ya estaba escribiendo y pensando en hacer un proyecto que me regresara a esos espacios. Tomé la decisión de viajar ligero y fue como un scouting para el proyecto que quería empezar. Por eso son notas, se estaban cerrando los vuelos y me dije a mí misma, me voy a Tijuana unos cinco días antes de que nos encierren por la pandemia. Empecé a escribir el texto, y yo nunca escribo de esa forma de poesía pero me inspiró y condensó el regreso a mis raíces. El proyecto de Ago tenía un enfoque arquitectónico, porque ellos se especializan en arquitectura y diseño, pero yo les dije, vamos a hablar de arquitectura como yo la conozco, y por eso me fui a Tijuana. En Ciudad de México veo muchas cosas pero para mí no es tan claro, como yo la conozco es en Tijuana. A mí me encanta ver, por ejemplo, un hotel que fue abandonado en las playas de Tijuana, que quedó desierto por años, en ese abandono hay una belleza dentro de esos espacios. Fue un viaje de nostalgia y belleza, pero sólo son unas capas de lo que trato de transmitir”, reflexiona la artista.

IV.- El futuro

Además de la Masterclass que dio en el Museo de Arte de Sonora, Yvonne Venegas se encuentra en Hermosillo para la creación de una obra que girara en torno a su abuelo materno y la orfandad que tuvo.

“Mi abuelo materno se quedó huérfano en Santa Rosalía, por eso estoy en este proyecto alrededor del Mar de Cortez, quiero honrar esa orfandad, en mi familia no se habló mucho de ese tema, era un comentario lejano, me acuerdo vagamente que algo pasaba ahí. Ahorita estoy en Hermosillo, es una búsqueda que combina cierta nostalgia, mis proyectos me llevan a mirar espacios que de otra forma no me hubieran interesado y de repente te enamoras de alguien que ya conocías”, concede Venegas.