• Instituto Sonorense de Cultura

  • 01 (662) 212 6570 y 01 (662) 212 6572
  • direccion@isc.gob.mx

Contra el olvido


Al entrar dos fotos: Arthur Rimbaud, quizás el epítome de la poesía (maldito, simbolista, decadente, pero siempre ansioso de vivir) y Abigael Bohórquez, quizás el epítome de la poesía sonorense. Ambas fotos están ahí en la mesa del estrado, casi como un ritual fúnebre. En medio de esas fotos está Casildo Rivera, autor de “Contra el olvido” que se presentó la noche de ayer en la Sala de Arte del ISC.

Las fotos de ambos poetas, vanguardistas y rupturistas, sirven como epígrafes metatextuales de la presentación. Un homenaje, un recordatorio a dos poetas que trascendieron su época. Y es que ¿no es acaso la lucha contra el olvido una de las grandes constantes de la naturaleza humana?

Casildo Rivera abre su libro con un prefacio para hablar de la memoria. La memoria como un artefacto indispensable para ‘ser’ humano. La memoria como algo genético. La memoria como receptáculo de nuestras vivencias, nuestros fracasos, nuestros temores, nuestras decisiones, nuestros amores, nuestro todo. Pero también, la memoria como ese artefacto luciferino que a veces cae en la tentación del olvido. En ese vacío que trasciende las tres dimensiones.

“Las palabras más importantes de nuestro idioma son ‘sí’ y ‘no’. Y si me permiten”- regresa a sus propios laberintos verbales- “agregaría la palabra ‘dar’. Ahí radica la belleza del ser humano”, cuenta Casildo.

Con la presencia de la directora general del Instituto Sonorense de Cultura (ISC), Beatriz Aldaco Encinas, la plática se fue convirtiendo en una lectura compartida de vivencias.

“Contra el olvido” es un testamento personal, una hemeroteca de recuerdos, una enciclopedia empírica de la vida del autor. Y como todo testamento en vida, es un dispositivo narratológico que busca englobar los tres tiempos: el pasado como una especie de expiación, el presente martirizante y el futuro como una profecía. Rimbaud escribía su testamento poético como forma de evadir su realidad, pese a ser en un tono enteramente confesional. Casildo construye su testamento como una búsqueda del legado.

Habitante de las periferias geográficas y literarias, Casildo maneja una prosa y un verso muy libre. En la prosa da rienda suelta a su emoción y las comas y demás signos de puntuación parecen ser apenas una tenue sugerencia: seres esquivos y fantasmales. Marcel Proust escribía también en oraciones larguísimas sin respiro alguno, se decía que era por su condición pulmonar y que era la forma en la que él hablaba. José Agustín y todos los autores de “La onda” (ese movimiento literario mexicano surgido desde las profundidades de la contracultura sesentera) también se resistían al formalismo y la tiranía de las comas y mayúsculas. Pero hay algo más en la obra de Casildo, hay algo más en “Contra el olvido”: es el ejercicio esencialista de todo poeta: el de poder comunicarse con el mundo y que el olvido no lo engulla.