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Memorias de asteroides y sirenas


“El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”, solía decir el poeta español Federico García Lorca. Y es que, en efecto, el teatro tiene esa cualidad de conectar y crear un hilo conductor que une la experiencia humana. Cuando el buen teatro aparece, surge ese apartado confesional donde la anécdota se convierte en algo universal, no porque todos hayamos vivido lo que nos narra, sino porque nos descubrimos en la empatía y en la otredad, en la alteridad, quizás, en esa voluntad de entender y comprender a quien nos está contando la historia.
El tercer día de la Muestra Estatal de Teatro 2022 fue el marco para “Memorias de asteroides y sirenas” de Daniel Borbón y la dirección de Claudia Landavazzo. Una obra unipersonal bellísima y poderosa, atrapada entre la inocencia de una mirada que se niega a ser atrapado por una realidad tan sombría como hiriente.
Daniel, entrega una actuación tierna y maravillosa, mientras nos abre las puertas de su pasado: Su infancia en un bucólico Sonora-en un ejido de San Ignacio Río Muerto- la imagen de sus padres: un matrimonio prototípico, sus hermanos, cada uno con su propia personalidad y él, el menor de todos. A través de un ‘scrapbook’, nos va narrando esas anécdotas de infancia que van de la mirada no corrompida del pequeño Daniel y esos prejuicios que nos retratan como un país-una sociedad- profundamente machista, homofóbica y anacrónica.
Daniel quería jugar y ser sirena. Dibujar a Ariel, expresar quién era él, pese a enfrentarse a la burla y el bullying motivado por esos valores horribles del machismo hegemónico. “Memorias de asteroides y sirenas” es un viaje al pasado, una obra iniciática que nace de la honestidad y de la necesidad que tiene Daniel de resignificar eventos de su vida. Sus gustos, su identidad, su despertar sexual, el descubrimiento de su sexualidad, los bálsamos que encontró en la cultura popular (la música de Mecano y los conciertos que él daba en su cuarto imaginando que era Ana Torroja en un concierto en Madrid); su primer beso, sus sueños y también sus pesadillas.
“Memorias de asteroides y sirenas” es una obra bellísima que hurga en las memorias de infancia y adolecencia de Daniel para explicar quién es ahora, que retrata un mundo cruel visto desde una perspectiva inocente que sólo delata la hipocresía monumental de una sociedad decadente e intolerante con las disidencias sexuales. Sacude al espectador con las confesiones que hace y se convierte en un testimonio tan doloroso como necesario. Daniel construye un laberinto lleno de recursos visuales para hacernos parte de su alma. Y el resultado es una obra tan honesta como bella, tan íntima como necesaria.
El teatro es el espejo de la realidad.