Ludwig van Beethoven y Georges Bizet tuvieron vidas disímiles la una del otro. Ambos pertenecientes a la escuela del romanticismo, ese movimiento que premia a la pasión sobre la razón. Mientras Beethoven logró paladear su éxito en vida, Bizet sólo lo alcanzó de forma póstuma, especialmente con su obra Carmen.
La noche del jueves, la Orquesta Filarmónica de Sonora(OFS) dirigida por el maestro Héctor Acosta, inició su temporada Orquestal 2022 con un homenaje a ambos compositores, íconos en la historia de la música. La belleza de la interpretación convirtió al Teatro Emiliana de Zubeldía en esa España decimonónica, tierra exótica y mística, donde los contrabandistas, gitanos, toreros y la música mediterránea poblaban las historias. Ahí está ese tórrido y trágico romance de Don José y Carmen, por ahí está el torero en discordia, Escamillo, revoloteando como motor de la tragedia.
La pasión de la OFS, epitomizada en su director Héctor Acosta, conmueve. Los violines, los contrabajos, las flautas, van tejiendo un mapa sonoro de picos que tienen al auditorio en un silencio atronador pero con los pies en puntas, tensos e inmersos. Sabemos el final, quizás sabemos la relevancia de Carmen en el mundo musical (como diría Nietzsche: la respuesta latina a la estética wagneriana).
Llega el intermedio.
Si pensábamos que podríamos detener, un poco, el corazón, nos equivocamos. El segundo acto de la OFS es un tour de force: Sinfonía no. 5 de L. Beethoven. Asistimos a una interpretación potentísima de la que Sinfonía No. 5 de Beethoven. Un conjuro cae sobre el teatro para todos los presentes. Quien conjura es Beethoven. El ‘in crescendo’ con esa épica casi bélica que lleva, de forma paradójica, una sutileza difícil de ignorar. Sentimos esa angustia del período napoleónico en Europa, de una Viena convulsa, de esa ‘furia creadora’ de Beethoven acongojado por el desarrollo de su sordera.
Así inició la Temporada Orquestal de la OFS. Una belleza donde es necesario que #ApaguenSusCelulares.
